Esperando que este espacio sea de utilidad a todos aquellos que viven una pasión común y que una copa del mundo sea la ocasión de reflexionar sobre lo que se ha hecho y sobre lo que se pudo hacer. Reunirnos y constatar que no estamos solos, que avanzamos a pesar de obstáculos momentaneos, de que aquello que antes subía ahora baja y viceversa, por que el camino que conduce hacia arriba es el mismo que conduce hacia abajo en el decir de Heráclito. Porque nada es seguro en rugby y todo depende de un cuidado constante, hay que regar el árbol todo el tiempo para que este siga creciendo y esto se traduce forzosamente en un trabajo en divisiones inferiores, en llevar el rugby a lugares donde antes no existía y en encontrar maneras de difundirlo.
Hay hoy en día diversos desafíos ligados, querámoslo o no, al profesionalismo creciente de un deporte que se quiso desde su fundación libre de los dictados del dinero y que por su idiosincrasia particular tiende a acoger el mayor número de adeptos, es casi una religión y cada rugbista se siente obligado, consciente o inconscientemente, en traer a otros a hacer parte de esta familia o raza tan particular con sus ritos y sus mitos.
Que el rugby continúe a ser una fiesta y una entrega a fines superiores, club, nación o el rugby mismo, es nuestro deseo más profundo.